El Último adios,


    El último adios.

    La vida es un instante en la inmensidad del tiempo donde cada ser humano hace su presencia física como una estrella fugaz en la inmensidad del cielo. Muchas veces en ese breve instante de nuestra existencia actuamos de diferentes maneras ante las ciscunstancias que se nos presentan e instintivamente como una reacción humana a los hechos que estamos viviendo tomamos acción. En ocasiones estas acciones riden sus buenos frutos, pero en otras lástiman los sentimientos de otros aunque no sea esa nuestra intención.

    Este pequeño relato se desarrolla en el ceno de una familia, hechos que acaecen en las primeras horas de una mañana normal con su rutina cotidiana. Con la llegada de los primeros rayos del sol  inicia la mañana y a la vez la actividad de todos los miembros de la familia. Pero resulta que esa mañana el reloj despertador no se activo a la hora programada y mi reloj biológico se quedó dormido. Esto como primer consecuencia provocó mi levantada fuera de horario o mejor dicho algo tarde, para ganar el tiempo perdido me dirigí de prisa a darme un ligero baño y vestirme, salí sin desayunar, un poco molesto conmigo mismo y claro esto repercutía en mi aptitud del momento hacia los miembros de mi familia, no me despedí de mi esposa e hija como acostumbraba hacerlo y muy rápidamente les dije adios desde la puerta de la casa de manera grotesca y con cara de poco amigos, me subí al carro rápidamente y muy incómodo por mi tardanza, lo encendí y comence a conducirlo para dirigirme hacia mi trabajo.

    El tráfico estaba un poco congestionado y mi estado de ánimo empeoró más al presentir que el congestionamiento aumentaba aún más mi tardanza para llegar a mi destino, despues de manejar aproximadamente cuatro o cinco millas en las cuales mi forma de conducir en ocasiones fue algo torpe, en cuestión de segundos y sin esperarlo ocurrió un fuerte accidente vehicular entre varios carros en el que yo estuve involucrado, sentí que el tiempo avanzaba rápido y a la vez pausado, en esos momentos no importaba quién o quiénes eran los culpables, no lograba ver los otros vehículos, pero si olía y miraba el asfalto,  mi carro estaba con las llantas hacia arriba, yo muy grave y prensado entre metales retorcidos y vidrios rotos dentro de lo que quedaba de mi carro, escuchaba el sonido de sirenas que poco a poco se fueron haciendo más fuertes, creo que eran de ambulancias, policias o bomberos, la gente gritaba llena de pánico y el tráfico se había detenido.

    En esa situacion me encontraba y no lograba entender como era posible pero que yo podía verme dentro del carro, estaba sangrando y semi-inconciente, sentía en mi ser un frío intenso que nunca antes había experimentado, los paramédicos trataban de auxiliarme y los bomberos intentaban enderezar o cortar los hierros retorcidos para lograr sacarme de lo que fue mi carro. Tambien visualizaba a la policía desviando el tráfico  y en la misma sintonía comence a ver desde otro ángulo a mi esposa e hija que se alistaban para salir como si nada hubiera pasado. Todo parecía tan normal. La niña se dirigía a la parada a tomar el bus que la llevaría a la escuela y mi esposa a su carro para ir a su trabajo, luego visualice a mi esposa parada a un lado de su carro esperando que la niña finalmente tomara el bus, por unos instantes yo no entendía la magnitud de lo que me estaba pasando, ni por qué o como lograba visualizar distintos escenarios a la misma vez, a decir verdad yo no me percataba de mi realidad pero de algo estaba claro mi familia no tenía ni idea de lo que me había pasado.  

    Mientras tanto en el lugar del accidente ya habían logrado sacarme del carro y me daban cuidados urgentes en una camilla en la carretera, sentía mucho frío, seguía escuchando las sirenas, los paramédicos me hablaban y me pedían que por favor no me durmiera que intentara continuar despierto, pero yo ya no podía controlar mis actos, la visión que tenía de ver a mi  familia y el escenario en que me  encontraba  comenzó a desvaneserse muy lentamente entre nubarrones. Esto me permitió de manera consciente darme cuenta de mi real y grave situación, aunque apesar de las multiples lesiones no sentía ningún tipo de dolor físico. 

    En esos instantes deseaba con todas mis fuerzas regresar el tiempo y volver al momento de mi salida de casa para despedirme y abrazar, besar a mi esposa e hija, pero esto ya era un imposible, no sentía mi cuerpo, más bien sentía como si estuviese fuera de él, no sabía si estaba viendo lo ocurrido o simplemente era obra de mi imaginación,  de pronto se hizo  un silencio profundo y dejé de escuchar a los paramédicos, las sirenas se silenciaron, no lograba visualizar a mi esposa e hija hablando antes de salir, esto me hizo entrar en pánico, los escenarios que instantes atrás visualizaba cada vez se desvanecía más y más hasta que finalmente logre mirar un penetrante rayo de luz que no afectaba mi visión, pero el cual no sabía de donde venía. Escuche un fuerte retumbo, luego volvió el silencio pero ahora con mucho mayor magnitud y no supe más de mi.

    Al pasar creo que algunos segundos caí en otra dimensión y fue así que comprendí que el retumbo que escuche no era más que mi trasnferencia de la vida terrenal al nuevo y desconocido mundo, ya no era más un ser viviente, mi familia, mis enojos, mis prisas, mis pocos bienes, mi forma de ser en ocasiones grotesco y prepotente en la mayoría de los casos con mi familia,  eran ya cosas y situaciones que nunca más volvería a vivir, ni mucho menos tenía tiempo ya para corregir.

    Yo me pregunto y les pregunto ¿Por que esperamos hasta el último momento para cambiar?. Cuando ya nada podemos hacer para mejorar la vida. Ahora estamos con vida por consiguiente tenemos tiempo para regalarnos y regalar una mejor relación familiar, amistosa y de hermandad, aprovechemos ahora esos momentos en familia o con amistades para disfrutarlos al máximo, no frenemos nuestras impulsos o expresiones de afecto y  siempre que tengamos que salir despidámonos como si fuese la última vez y lo único tierno que llevaremos será ese beso o ese abrazo que entregamos y que de igual forma recibimos. Hagámoslo ahora que tenemos la gracia de estar vivos no vaya a suceder que mañana lamentemos la partida de un ser querido o nos corresponda a nosotros tomar el vuelo sin retorno.  

   

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