El Manuscrito

 El Manuscrito.

El Manuscrito

    El título "El Manuscrito" es por que así es como lo escribí, con manchones, borrones y correcciones. Doblando las hojas del cuarderno dejé a un lado la  computadora para volver a sentir la  gravedad del lápiz en mis manos deslizándose sobre la fragilidad del papel.

     Dedico este pequeño escrito con especial cariño a las maestras de mi infancia de la "Escuela de Niñas", hoy Escuela "Tulia C. Barquero"- No quiero mencionar nombres por temor a omitir alguna de ellas. Pero es bueno que sepan que todos los que fuímos sus alumnos de una u otra forma siempre las recordamos.

El Manuscrito.

    Sentado en la comodidad de mi longevidad, con la mirada fija en el pasado y mi pensamiento viajando en la inmensidad del tiempo, se toma una pausa para posarse en la cúspide del arco iris de los recuerdos.

    El arco iris majestuosamente sobresaliendo en la atmósfera del tiempo, dejó escapar un relámpago y su brillo desprendió un tierno recuerdo de infancia que la mirada capturó y mostró a un niño que cursaba su primaria y quién asistía a sus clases con pantalones cortos y botínes de cuero. Él niño que no sabía nada de amores y desencantos se dejó llevar por su inocencia y por obra del cúpido se enamoró de su profesora, este fue un eterno secreto entre él y su pensamiento.

    En esa escuela todos los días se cantaba el himno nacional antes de comenzar las clases, todos los niños formados en fila india y de frente a la bandera nacional entonaban las sagradas notas del Himno Nacional de Nicaragua. En el pueblo había un maestro de música y muchas veces lo vimos entrar apresurado a la escuela y diciéndo que dejáramos de cantar, por que el himno no decía " La pasie en tu suelo" que lo que decía era "La Paz en tu suelo" y nos hacía cantarlo muchas veces hasta que escuchaba que lo decíamos bien "La paz en tu suelo".

    El pensamiento seguía disfrutanto su estadía en el arco iris y la mirada ni siquiera parpadeaba por temor a peder algún destello.

    El arco iris volvió a erupcionar lanzando un haz luminoso de recuerdos y la mirada como fiel centinela lo sorprendió y así se dibujó al niño de primaria haciendo sus tareas escolares manuscritas, dibujando mapas al lado de sus juguetes y realizando sus tareas de matemáticas en un cuaderno de papel de empaque cosido a máquina en uno de sus lados.

    Eran los tiempos en que el alumno copiaba y copiaba la lección que el profesor en algunas ocasiones dictaba y en otras escribía en el pizarrón. Esrituras con manchones y borrones más un poco de consulta después de la clase con los amigos del grado para verificar o terminar de escribir alguna estrofa o parte de la lección que no terminó de copiar.

    El haz resplandecía y la mirada no dejaba escapar nada y es así como se visualiza al niño en tiempo de exámenes. El maestro acomodando alumnos y a otros cambiándolos de lugar, separándo las sillas uno poco unas de otras. El exámen se realizaba en una hoja de cuaderno, la que llevaba en la parte superior el nombre y la fecha. Para los exámenes de matemáticas el profesor se lucía dibujando en la pizarra las sumas, restas, divisiones o multiplicaciones que debíamos de resolver en nuestra hoja de trabajo.

    Todos estos exámenes al igual que los cuadernos de apuntes estaban adornados con infinitos borrones y manchones, a tal grado que en más de una ocasión el maestro tenía que llamar al alumno para entender la respuesta. Después de la aclaración en números grandes y encerrado en un círculo el profesor ponía la nota del exámen.

    Las tareas de investigación en aquellos tiempos era una actividad que te obligaba a visitar a familiares y amigos en busca de enciclopedias o algún otro libro que brindará la información que se estaba buscando. Tiempos en que la información la encontrabamos disponible solamente de forma impresa en enciclopedías, libros sobre determinados temas o boletínes informativos. No había ni la remota idea del internet y toda su fuente de información que hoy nos brinda.

    El pensamiento podrá pasar años postrado en el arco iris del recuerdo, dejando escapar sus destellos del tiempo y la  mirada encandilada siempre en espera de capturar lo que se dejaba ver, pero al igual que el arco iris natural se desvanece cuando no tiene el agua y luz que le dan vida, el arco iris del recuerdo se desvanecerá hacia el infinito cuando ya no exista el ser que le permite vivir en él.

    Lo normal es que todo niño(a) sueñe con ser alguién en la vida, pero ya no tengo alternativa, no soy ese niño que un día soñó con su futuro, ni el adolescente que lucha por alcanzarlo. No se si soy lo que de niño soñé llegar a ser, o si simplemente soy un ser del futuro que continuamente viaja al pasado. Lo que tengo seguro es que soy feliz no por lo que he logrado alcanzar en la vida, sinó por los que siempre están a mi lado y me llenan con su presencia "Mi Familia". 



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